Imagenes en Celeste

sábado, 24 de septiembre de 2011

Historia de un Iluso



La jornada que viviremos mañana me trae a la mente muchas historias vividas con mi querida Celeste, donde nos daban por muertos o claramente pagábamos muy poco en las apuestas y terminamos sonriendo, yo como siempre en cada partido aunque el rival fuese mucho más fuerte, confiaba en que mi O’Higgins hiciese la gracia, y no fueron pocas en las que cumplió, ojala mañana así sea. Acá una que se me viene a la mente.

Año 1992, O’Higgins había comenzado mal el año, incluso Germán Cornejo tuvo que cerrar la puerta por fuera a pocas fechas de empezado el torneo, para peor habíamos desechado por no tener condiciones a un uruguayo que sería goleador en Chile y México, y nos tendría de caseros varias veces, Carlos Morales. Había llegado Pellegrini y con él algunos refuerzos, pero igual en frente teníamos al tricampeón nacional y campeón de la Libertadores, pero a mis 11 años me daba lo mismo, esa semana pique papel como loco, no solo para recibir a la Celeste sino para los goles también.

La tremenda bolsa de papel picado era motivo de burla de mis tíos que me decían que me la traería de vuelta, yo tenía la ilusión que el querido amigo no me fallaría…

El partido lo viví desde la tribuna andes, junto a mi padre y mis primos. El partido era cerrado pintaba para el cero, pero vino un mal despeje de Margas que Pancho “Condorito” Ugarte agarró de volea y clavo en el arco de los goles, en el arco norte del Mundialista, nunca en mi vida había sido tan feliz, tiraba papeles como loco, de mis ojos brotaban lagrimas que no lograba explicar a mis 11 años recién venia saber lo que era emocionarme hasta empapar mi rostro gracias a O’Higgins.

Esa tarde ganamos con el solitario gol de Pancho Ugarte, el regreso a casa fue el más feliz que recordara de mis idas al Templo de Ilusiones, al día siguiente los diarios titulaban que el campeón volvía a caer en Rancagua, a mis once años empezaba a saber que para ser hincha de O’Higgins días como aquel hay que atesorarlos y recordarlos para toda la vida.

Mañana con toda la fe, ahí estaré alentándote amigo como toda la vida.